Romeo y Julieta. William Shakespeare (1554-1616)
-Bien... ¿Qué opinas?
-Er... Er..
-¡Vamos!
-Er... ¡Splunge!
-¿Has dicho Splunge? ¿que diablos significa splunge?
-Significa ¡Es-una-gran-idea-y-a-la-vez-no-lo-es-y-no-estoy-siendo-indeciso!
-Muy bien...
Monty Python Flying Circus. Sketch: Twentieth-century vole
-Er... Er..
-¡Vamos!
-Er... ¡Splunge!
-¿Has dicho Splunge? ¿que diablos significa splunge?
-Significa ¡Es-una-gran-idea-y-a-la-vez-no-lo-es-y-no-estoy-siendo-indeciso!
-Muy bien...
Monty Python Flying Circus. Sketch: Twentieth-century vole
Las personas siempre tendemos a etiquetar las cosas intentando facilitar su clasificación, aunque no por ello acertando de pleno. Un tipo con el pelo largo y vestido de negro: heavy. Y en cuanto le colocamos la etiqueta, ya lo metemos en un saco en el cual todas las posibles caracteristicas nefastas son añadidas, sin pararnos a pensar que existen personas con pelo corto y bien vestidos que son más heavys que el niñato que viste con camiseta negra aun en verano a 45º en Sevilla.
Pero así somos. Nos gusta colgar sambenitos y así sentirnos mejor creyendo que conocemos todo sobre esa persona simplemente por su manera de vestir o su imagen. Personalmente me han tachado de ser friki (no lo niego), heavy, raro y cualquiera sabe qué más cosas. Yo simplemente me etiqueto de una forma: soy yo mismo y al que no le guste que no mire.
Sin embargo mi divagación no se queda ahí, haciéndose tal vez más interesante a medida que aporreo este teclado y avanzo con palabras hacia el final de la página, porque desgraciadamente, también etiquetamos cosas tan inetiquetables como son los sentimientos.
Buscamos el Amor y cuando lo creemos encontrado, lo comparamos con el hallado por otra persona, sin darnos cuenta que incluso la persona que está a nuestro lado, que nos ama, seguramente lo haga de una forma, no totalmente pero sí en parte, diferente y no por ello menos válida, porque formas de decir te quiero hay tantas como personas lo sientan.
Siguiendo en temas amorosos y sus clasificaciones, siempre he considerado que el hecho de salir con una persona no es otra cosa que una especie de contrato verbal, en el cual ambas partes saben (o al menos deberían) qué derechos y qué deberes tienen. No existe ningún documento que explique que para salir con una persona debes besarla de una forma u otra, ni te dice lo qué puedes hacer o dejar de hacer. No existe.
Sin embargo lo más curioso no es esto, si no el hecho de que existen personas a las que les agobia el compromiso.
Esas personas son capaces de todo con tal de no comprometerse: inventar etiquetas para ocultar el miedo que sienten: yo no te echo de menos, simplemente pienso en ti; nosotros somos amigos especiales; no estoy enamorado de ti porque no siento mariposas en el estómago. Señores, el hecho de sentir mariposas en el estómago es más probable que se deba a una resaca descomunal o a una úlcera que a el hecho de estar enamorado, por favor...
A esas personas que huyen de la etiqueta compromiso simplemente les digo: si te sientes bien conmigo, si sientes algo por mí, si me quieres besar... Qué más da que llamemos a nuestra relación novios, amigos especiales o splunge... No cambiará nada, ya que mis sentimientos serán los mismos hacia ti y seguiré disfrutando de tu conversación, sonrisa y soñando con darle un abrazo o un simple y tierno beso. Qué más da si no se ha realizado la manida pregunta que hacíamos cuando el vello facial empezaba a inundar nuestro rostro, y que marcaba el principio de esa terrible palabra que temes y que es relación... Porque al igual que las formas de decir te quiero, las relaciones, las hay tantas como personas implicadas en ella y simplemente debemos saber disfrutar de lo que tenemos, y no limitarnos por una simple etiqueta impuesta tal vez por la sociedad, más que por nosotros mismos y que a veces nos hace eso: tener miedo y no dejarnos disfrutar de esa persona...
Pero así somos. Nos gusta colgar sambenitos y así sentirnos mejor creyendo que conocemos todo sobre esa persona simplemente por su manera de vestir o su imagen. Personalmente me han tachado de ser friki (no lo niego), heavy, raro y cualquiera sabe qué más cosas. Yo simplemente me etiqueto de una forma: soy yo mismo y al que no le guste que no mire.
Sin embargo mi divagación no se queda ahí, haciéndose tal vez más interesante a medida que aporreo este teclado y avanzo con palabras hacia el final de la página, porque desgraciadamente, también etiquetamos cosas tan inetiquetables como son los sentimientos.
Buscamos el Amor y cuando lo creemos encontrado, lo comparamos con el hallado por otra persona, sin darnos cuenta que incluso la persona que está a nuestro lado, que nos ama, seguramente lo haga de una forma, no totalmente pero sí en parte, diferente y no por ello menos válida, porque formas de decir te quiero hay tantas como personas lo sientan.
Siguiendo en temas amorosos y sus clasificaciones, siempre he considerado que el hecho de salir con una persona no es otra cosa que una especie de contrato verbal, en el cual ambas partes saben (o al menos deberían) qué derechos y qué deberes tienen. No existe ningún documento que explique que para salir con una persona debes besarla de una forma u otra, ni te dice lo qué puedes hacer o dejar de hacer. No existe.
Sin embargo lo más curioso no es esto, si no el hecho de que existen personas a las que les agobia el compromiso.
Esas personas son capaces de todo con tal de no comprometerse: inventar etiquetas para ocultar el miedo que sienten: yo no te echo de menos, simplemente pienso en ti; nosotros somos amigos especiales; no estoy enamorado de ti porque no siento mariposas en el estómago. Señores, el hecho de sentir mariposas en el estómago es más probable que se deba a una resaca descomunal o a una úlcera que a el hecho de estar enamorado, por favor...
A esas personas que huyen de la etiqueta compromiso simplemente les digo: si te sientes bien conmigo, si sientes algo por mí, si me quieres besar... Qué más da que llamemos a nuestra relación novios, amigos especiales o splunge... No cambiará nada, ya que mis sentimientos serán los mismos hacia ti y seguiré disfrutando de tu conversación, sonrisa y soñando con darle un abrazo o un simple y tierno beso. Qué más da si no se ha realizado la manida pregunta que hacíamos cuando el vello facial empezaba a inundar nuestro rostro, y que marcaba el principio de esa terrible palabra que temes y que es relación... Porque al igual que las formas de decir te quiero, las relaciones, las hay tantas como personas implicadas en ella y simplemente debemos saber disfrutar de lo que tenemos, y no limitarnos por una simple etiqueta impuesta tal vez por la sociedad, más que por nosotros mismos y que a veces nos hace eso: tener miedo y no dejarnos disfrutar de esa persona...