viernes, 17 de abril de 2009

De Una Noche de Reflexión

Anoche sin motivo aparente por fin conseguí llorar. Al principio fue tímidamente, unas lágrimas que se resistían a salir pero que al final lo consiguieron. Anoche sin motivo aparente la soledad que creía dominada consiguió hacerse fuerte, haciéndome sentir sus garras en el corazón… Me sentí solo en la multitud, incapaz de decirle a nadie lo que sentía ni cómo lo sentía, ansiando un abrazo que sabía que no conseguiría Anoche el miedo hizo mella en mi voluntad y caí…

Sin embargo sonreí. Por fin había conseguido llorar como lo deseaba. Mi alma se liberó del dolor y pude volver a pensar. Este texto es el resultado de ese pensamiento.

Los que me conozcan sabrán la pasión que rezo hacia la película “El Club de la Lucha”. Hubo un tiempo en que su filosofía nihilista era la mía y en el que repetía una y otra vez como un tantra algunas frases de la película. Una de ellas era que sólo cuando perdemos todo somos libres para actuar.

No podría estar más de acuerdo.

Hace tiempo conocí a Bukowski y su literatura realista, cruda y cínica. Un completo perdedor cuya vida le había llevado a eso y se sentía orgulloso de ello. Me nutrí con sus palabras, intentando que mis palabras le llegaran a la suela del zapato. Harto de buscar el amor que no llegaba y de ver como siempre era sólo el vértice perdedor de un triángulo amoroso, busqué en el diccionario la palabra misántropo para después de haberla entendido perfectamente aplicarla a mi vida. Me volví un cínico que miraba por encima del hombro a todos por no ser como yo. Un imbécil redomado que se escudaba en ser incomprendido, y que la verdad no tenía nada que perder, porque en realidad no tenía nada.

Sin embargo hice un viaje, un viaje en el que mi único pensamiento era convertirme totalmente en ese cabrón redomado, terminar de enterrar todo lo que fui… Pero las cosas no salen como uno desea, y conocí a una persona que evito mi caída.

Es curioso como dos personas pueden encajar tanto con tan sólo unos momentos hablados. En esa persona vi un dolor oculto a los ojos que no saben verlo, el reflejo de muchos pensamientos negativos que poblaban mi mente y tuve miedo de que una persona como ella, que brillaba con luz propia se convirtiera en lo que me estaba convirtiendo yo.

Dejé de lado a Bukowski y de nuevo comencé a escribir cuentos con los que pretendía enseñarle cosas. Creé un amigo que siempre estaría con ella, el único ser que, pese a que pensara lo contrario, siempre estaría con ella, y luché porque su sonrisa no desapareciera nunca de su rostro.

Todo ello, debo confesarlo, lo hice por puro egoísmo debido a que un sentimiento extraño nació en mi interior. Me gustaba la persona que era cuando estaba con ella, me gustaba el Viejo Cuentacuentos que había creado en aquellos cuentos, un ser lleno de magia capaz de realizar cualquier deseo de la Pequeña Momo…

Si la vierais algún día, tomaos un respiro de vuestra vida, hablad con ella, abrazadla y sed partícipes de su sonrisa, escuchadla y permitid que una ilusión despierte en vuestro interior, porque son ese tipo de personas las que hacen que te des cuenta que la vida puede ser maravillosa.

Puede que todo fuera un sueño, una ilusión producto de mi mente desesperada por evitar mi caída. Puede que pronto se termine todo, porque al fin y al cabo todo el mundo termina por irse, y por esa razón debemos aprender a no echar de menos a nadie…

Pero y si por un casual esta vez no fuera así, y aunque lo fuera, ¿que más da? Acaso echar de menos a alguien es un sentimiento negativo. Acaso no nos hace ser más humanos, acaso esa tristeza no es necesaria para poder alegrarnos de ver de nuevo a esa persona…

Sólo cuando perdemos todo somos libres para actuar.

No podría estar más de acuerdo.

Es cierto que cuando no tenemos nada que perder somos libres para actuar. Pero por qué deberíamos actuar. El hecho de tener algo nos hace tener miedo. Cierto. Pero el miedo es algo inherente a nuestra vida. Y día a día debemos luchar contra ese maldito miedo, porque después de la batalla vencida veremos el resultado…

No podemos dejar que ese miedo nos aleje de nuestros sueños, no debemos bailar con él, sino mirarle a los ojos y hacerle sentir miedo a él, hacerle ver a ese cabrón que no nos vencerá, que puede que gane una batalla o dos, pero que la guerra será nuestra…

Tengo demasiadas cosas que perder, no quiero convertirme de nuevo en aquel cínico que leía a Bukowski, creyéndolo un nuevo dios, sin darse cuenta de la tristeza que había en la vida del escritor. Y por ello tengo miedo…


Hacía mucho que no escribía así. Ya sabéis que no soy yo quien elige a las palabras sino ellas las que me eligen a mí, y me alegro de ser una vez más el vehículo por el cual salen al exterior…


Anoche sin motivo aparente por fin conseguí llorar.

Anoche sin motivo aparente la soledad que creía dominada consiguió hacerse fuerte, haciéndome sentir sus garras en el corazón…

Anoche el miedo hizo mella en mi voluntad y caí…

Anoche conseguí alegrarme de sentirme así, pese a la tristeza que me invadía.