domingo, 8 de febrero de 2009

De Una Desilusión

Parece que hayan pasado mil años desde la última vez que me senté en esta vieja silla a escribir algo.La verdad es que no se puede decir que esté en la fasé más creativa del mundo. Sin embargo eso no significa que deje de pensar.

Siempre he dicho que la vida se encuentra llena de dualidades necesarias: cada acción tiene una consecuencia (aunque para muchas personas la verdad esa regla no se aplique). Como elementos de una dualidad, se compaginan uno con el otro, no pudiendo definirse uno por separado. No podemos conocer la felicidad sin conocer que es la tristeza, no podemos conocer el dolor sin haber experimentado el placer...

Como aparente ser humano que soy, tiendo a hacerme ilusiones. Al principio pequeñas ellas, llegan tímidamente pidiendo cobijo en mi mundo. De bellos ojos brillantes, consiguen ablandar mi corazón curtido por los años, por el dolor de anteriores experiencias, y aunque al principio la verdad dude, necesito esa ilusión y le dejo un hueco.

Que maravilloso es hacerse una ilusión: me admiro de su belleza, tengo ganas de estar siempre con ella, de hablar con ella, de abrazarla y escucharla. Siento que todo es posible gracias a ella, y me pregunto cómo pude vivir sin ella antes, yo, un tipo fuerte que se enorgullecía de no ser humano al carecer de sentimiento alguno...

Sin embargo, al caer la oscuridad de la noche, al contarle mi último cuento a esa ilusió cuasi perfecta, al ver como duerme plácidamente, al acariciar su dulce rostro, y besar su mejilla, al quedarme sólo en mi habitación oscura, fría, es cuando la realidad toma forma y el Sr. Miedo, tranquilamente sentado en un sofá, fumando tranquilamente su pipa, sonriendo, porque sabe perfectamente que apenas tiene que decir unas palabras para conseguirsu objetivo... Y de esa forma me duermo, olvidando todo, deseando despertar para poder ver a esa pequeña ilusión abrir sus ojos y sonreír al mirarme. El Sr. Miedo se ha ido, pero aún queda su pipa, testigo mudo de su presencia.

Todo es maravilloso hasta que una noche, el Sr. Miedo decide hablar, y me dice algo que sabía perfectamente: pronto esa ilusión se marchará y conoceras de nuevo la desilusión...

En ese momento, todo cambia, la sonrisa de mi boca se va de vacaciones, y ya no me apetece despertarme temprano para ver a mi ilusión, debido a que puede que se haya marchado. La tristeza se vuelve mi compañera de fatigas, y el Sr. Miedo sonríe al ver cumplido su objetivo, objetivo que en realidad no era tal, ya que sabía perfectamente que eso ocurriría, pero quería negarlo.

Los días pasan oscuros, sin sol, lluviosos y por fin el aciago día tiene lugar: esa ilusión que tanto quise, que tanto me llenó se marcha, sin apenas despedirse, no sin antes arrancarme un trozo de corazón, dejando una herida emponzoñada difícil de cicatrizar, y que cuando lo haga dejara una fea marca.

Siento como la desilusión se cruza con ella en la puerta, y ni siquiera veo como sale de mi vida, todo lo que significó y ya ni siquiera quiero verla... Porque como decía el poeta: que corto es el amor y que largo el olvido.

4 comentarios:

Camisas dijo...

hola. es la primera vez que visito tu blog y me ha gustado, sigue así. te invito a leer un cuento (éste tiene una fuerte influencia de Charles Bukowski) de mi nuevo libro en http://camisaspadrino.blogspot.com/2009/02/crisis.html

Anónimo dijo...

tópicos, tópicos y más tópicos. Lugares comunes trillados y artificiosos. Como le pasaba a Marx con sus marxistas, lo peor de Bukowski son sus imitadores bukowskianos, a los que pone en su sitio en "Shakespeare nunca lo hizo". Sois cansinos... Pero para eso están los blogs, para alentar el delirio de autor de algunos escritores fracasados que, por suerte, nunca llegarán a publicar. En fin, ser felices de todas formas...

Vald Ravenfall dijo...

excelente como siempre...

te dejo esta paja mental pa que veas que no me olvido de ti.

bueno me piro que tengo que entintar

Fernando Yacamán dijo...

esta bueno!