Una de las cosas que más odio de ser como soy, es el hecho de que cuando se me mete algo en la cabeza no consigo que salga hasta que la hago. Ayer uno de esos pensamientos se coló en mi cerebro, un pensamiento que se pegó a mí como una sanguijuela hambrienta. Intenté deshacerme de él, pero su boca se había fijado fuertemente a mi yugular...
Así que la llamé.
Se trataba de una chica, una chica de la que una vez creí estar enamorado (sí, ese sentimiento que nos hace ir en contra natura), y que para variar me hizo daño, que novedad. Sin embargo el daño fue reparado, como todo en la vida.
No supe nada de ella en meses y allí, acostado en un viejo colchón cuyos muelles se clavaban en mi espalda, ese pensamiento penetró en mi cerebro y me hizo saber que no se iría hasta que la llamara.
Un Tono.
Dos Tonos.
Tres tonos. Una voz se escuchó al otro lado.
-¿Si?
-Soy Chinaski.
-Ah, hola-su voz denotaba desilusión, como aquélla que espera que la llame su príncipe azul y es el sapo quien lo hace.
-Mi ego te agradece la gran muestra de alegría que has mostrado al escuchar mi voz-le contesté.
-En realidad, es que no he oído bien tu nombre...
-CHI-NAS-KI
Su tono de voz cambió, lo cual me extrañó ya que creía que esa chica me odiaba o más bien simplemente me ignoraría como el resto de seres humanos que se enorgullecen de ser normales. Sin embargo no fue así:
-¡Chinaski! ¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti!
-Ya sabes como soy, no me gusta mucho la gente, y de vez en cuando apetece aislarse y escribir.
-Así que sigues escribiendo...
-Nunca dejé de hacerlo, simplemente cambié el estilo.
-¿Ya no escribes aquellos cuentos que me enseñabas?
-Escribo otro tipo de historias. Utilizo otras palabras, más duras, más sinceras.
-No te entiendo-en su voz se veía un atisbo de curiosidad y miedo.
-Hay palabras que por considerarlas soeces, no las utilizamos por miedo al que dirán, y sin embargo despiertan un instinto animal en nuestro interior...
-Ajá...
-Por ejemplo, pienso que no hay nada más bello que mirar a los ojos a esa persona de la que estas enamorada y decirle la verdad: que quieres follar con ella. Sin adornos ni mentiras. Sientes eso, y tienes ganas de hacerlo.
Lo mismo podría ser si te conociera en la discoteca, por ejemplo. Me acercó a ti, hablamos y siento ganas de follar contigo. Podría decirte mil mentiras para llevarte a la cama, emborracharte y aprovecharme de la situación, o decirte la verdad: quiero follar contigo.
-Pero...-contestó ella tímidamente, con su acento que me excitaba sobremanera- a mi nunca me han dicho eso...
Sonreí a través del teléfono y como declaración de amor le dije:
-Cuando nos veamos, te lo diré. Te miraré a los ojos y te diré: Nena, quiero follarte desde la primera vez que te vi.
Ella comenzó a reír, una carcajada fresca que hacía que mi sonrisa saliera a mis labios...
-De tanto hablar de follar al final me entraran ganas y todo.
-Entonces tienes dos opciones: salir a la calle y mostrar todos tus encantos, o esperar a estar conmigo y rechazarme...
-No seas tonto.
-No lo soy. No pasa nada. Pero te prometo que quiero follarte... Y te lo diré en cuanto te vea, descuida...
-Gracias-dijo con una voz dulce, como si le hubieran escrito la carta de amor más hermosa del mundo.-Ahora tengo que dejarte, debo marcharme. Me ha gustado hablar contigo...
-Mentirosa.
-No en serio, me alegra escuchar tu voz. Mañana te llamo y hablamos un rato, ¿ok?
-Claro, y recuerda que ansío entrar en tu cuerpo desnudo...
-¡Un beso!
Colgué el móvil y metí la mano en mi bolsillo para finiquitar el paquete de cigarrillos. Lo encendí con parsimonia y sonreí. Sabía perfectamente que no me llamaría. Sabía perfectamente que creía que todo era una broma de ese tipo raro que escribía tonterías y sabía perfectamente que nunca follaría con ella...
-Una lastima-dije en voz alta- hubiera sido un buen polvo...
Así que la llamé.
Se trataba de una chica, una chica de la que una vez creí estar enamorado (sí, ese sentimiento que nos hace ir en contra natura), y que para variar me hizo daño, que novedad. Sin embargo el daño fue reparado, como todo en la vida.
No supe nada de ella en meses y allí, acostado en un viejo colchón cuyos muelles se clavaban en mi espalda, ese pensamiento penetró en mi cerebro y me hizo saber que no se iría hasta que la llamara.
Un Tono.
Dos Tonos.
Tres tonos. Una voz se escuchó al otro lado.
-¿Si?
-Soy Chinaski.
-Ah, hola-su voz denotaba desilusión, como aquélla que espera que la llame su príncipe azul y es el sapo quien lo hace.
-Mi ego te agradece la gran muestra de alegría que has mostrado al escuchar mi voz-le contesté.
-En realidad, es que no he oído bien tu nombre...
-CHI-NAS-KI
Su tono de voz cambió, lo cual me extrañó ya que creía que esa chica me odiaba o más bien simplemente me ignoraría como el resto de seres humanos que se enorgullecen de ser normales. Sin embargo no fue así:
-¡Chinaski! ¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti!
-Ya sabes como soy, no me gusta mucho la gente, y de vez en cuando apetece aislarse y escribir.
-Así que sigues escribiendo...
-Nunca dejé de hacerlo, simplemente cambié el estilo.
-¿Ya no escribes aquellos cuentos que me enseñabas?
-Escribo otro tipo de historias. Utilizo otras palabras, más duras, más sinceras.
-No te entiendo-en su voz se veía un atisbo de curiosidad y miedo.
-Hay palabras que por considerarlas soeces, no las utilizamos por miedo al que dirán, y sin embargo despiertan un instinto animal en nuestro interior...
-Ajá...
-Por ejemplo, pienso que no hay nada más bello que mirar a los ojos a esa persona de la que estas enamorada y decirle la verdad: que quieres follar con ella. Sin adornos ni mentiras. Sientes eso, y tienes ganas de hacerlo.
Lo mismo podría ser si te conociera en la discoteca, por ejemplo. Me acercó a ti, hablamos y siento ganas de follar contigo. Podría decirte mil mentiras para llevarte a la cama, emborracharte y aprovecharme de la situación, o decirte la verdad: quiero follar contigo.
-Pero...-contestó ella tímidamente, con su acento que me excitaba sobremanera- a mi nunca me han dicho eso...
Sonreí a través del teléfono y como declaración de amor le dije:
-Cuando nos veamos, te lo diré. Te miraré a los ojos y te diré: Nena, quiero follarte desde la primera vez que te vi.
Ella comenzó a reír, una carcajada fresca que hacía que mi sonrisa saliera a mis labios...
-De tanto hablar de follar al final me entraran ganas y todo.
-Entonces tienes dos opciones: salir a la calle y mostrar todos tus encantos, o esperar a estar conmigo y rechazarme...
-No seas tonto.
-No lo soy. No pasa nada. Pero te prometo que quiero follarte... Y te lo diré en cuanto te vea, descuida...
-Gracias-dijo con una voz dulce, como si le hubieran escrito la carta de amor más hermosa del mundo.-Ahora tengo que dejarte, debo marcharme. Me ha gustado hablar contigo...
-Mentirosa.
-No en serio, me alegra escuchar tu voz. Mañana te llamo y hablamos un rato, ¿ok?
-Claro, y recuerda que ansío entrar en tu cuerpo desnudo...
-¡Un beso!
Colgué el móvil y metí la mano en mi bolsillo para finiquitar el paquete de cigarrillos. Lo encendí con parsimonia y sonreí. Sabía perfectamente que no me llamaría. Sabía perfectamente que creía que todo era una broma de ese tipo raro que escribía tonterías y sabía perfectamente que nunca follaría con ella...
-Una lastima-dije en voz alta- hubiera sido un buen polvo...