miércoles, 22 de octubre de 2008

El Rincón de la Sra. Oruga

Inauguramos sección en este blog hecho para mentes enfermas, que buscan ansiosamente nuevos retos y lecturas.

Entrad por vuestra propia voluntad en los aposentos de la Sra. Oruga, comed de la seta que os ofrece y disfrutad de las palabras que salen de sus bellos labios, mientras observáis el humo que aspira de su narguilé...

Escuchad sus palabras, porque son de otros que se atrevieron a decir lo que pensaban, maestros de mi persona: Bukowski, Miller, Joyce y tantas mentes desconocidas por mí, hasta que seguí el camino de baldosas amarillas hacía su casa.

Sra.Oruga, es su rincón. Es su blog... Simplemente instrúyame con sus palabras...

***
(...) El ojo de la conciencia y las tablas de la justicia encarnan el eterno retorno... ¿existe una imagen más desesperante del remordimiento? Me he masturbado desnudo, por la noche, ante el cadáver de mi madre (algunas personas lo han dudado, leyendo "Coincidencias": no tenían el carácter ficticio de relato?, como el "prefacio", las "coincidencias" son de una exactitud literal: mucha gente del pueblo de R. confirmarían su substancia; incluso ciertos de mis amigos han leído "W.C.").

Lo que me abate sobre todo: haber visto cagar a mi padre un gran número de veces.

Descendía de su lecho de ciego paralizado (mi padre en un mismo hombre el ciego y él paralítico.

Descendía penosamente (yo le ayudaba), se sentaba sobre un orinal, en camisa, tocado, lo más a menudo, con un gorro de algodón (tenía unan barba gris en punta), mal cuidada, una gran nariz aguileña e inmensos ojos huecos, mirando fijamente al vacío).

Habiéndome concebido ciego mi padre (ciego absolutamente), no puedo arrancarme los ojos como Edipo. He adivinado, como Edipo, el enigma: nadie ha adivinado más que yo.

El 6 de noviembre de 1915, en una ciudad bombardeada, a cuarto o cinco kilómetros de las líneas alemanas, murió mi padre abandonado. Mi madre y yo le habíamos abandonado durante la avanzada alemana, en agosto del 14.

Se lo dejamos a la criada

Los alemanes ocuparon la ciudad, y después la evacuaron. Entonces hubo que volver: mi madre, no pudiendo soportar la idea, se volvió loca. Hacia fin de año mi madre sanó: rehusó dejarme volver a N. Raramente recibíamos cartas de mi padre, apenas divagaba ya. Cuando lo supimos moribundo, mi madre aceptó partir conmigo. Murió pocos días antes de nuestra llegada, llamando a sus hijos: encontramos un ataúd atornillado en la habitación.

Cuando mi padre se volvió loco (un año antes de la guerra), despues de la alucinante noche, mi madre me envió a poner un telegrama a Correos. Recuerdo que durante el camino me asaltó un horrible orgullo. La desgracia me abrumaba, la ironía interior respondía "tanto horror te predestina":

Algunos meses antes, una hermosa mañana de diciembre, había prevenido a mis padres, fuera de ellos, que no pondría más los pies en el liceo. Nunguna cólera cambió mi resolución: vivía solo, no saliendo más que raramente por la parte de los campos, evitando el centro donde habría encontrado camaradas.

Mi padre, irreligioso, murió rehusando el sacerdote. En mi pubertad yo mismo era irreligioso (mi madre indiferente). Pero en agosto del 14 fui a ver a un sacedote y, hasta el 20, raramente pasaba una semana sin confesar mis faltas. En el 20 volví a cambiar, dejé de creer en lo que no fuera mi suerte.

Mi piedad no es más que una tentativa de elusión: a cualquier precio, y quería eludir el destino, abandonaba a mi padre. Hoy me sé "ciego" sin medida, el hombre "abandonado" sobre el globo como mi padre en N. Nadie, sobre la tierra, en los cielos, se preocupó de la angustia de mi agonizante padre. No obstante, estoy convencido de que, como siempre, la hizo frente.

¡Qué "horrible orgullo", por instantes, en la sonrisa ciega de papá!

George Bataille (10 de septiembre de 1897-9 de julio de 1962) escritor, antropólogo y pensador francés, que rechazaba el calificativo de filósofo.


Gracias de nuevo, Sra. Oruga

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